Nacer del Espiritu



Jesús habló de un gran problema existente dentro de las iglesias: las personas 
nacidas de la carne. La cizaña en medio del trigo siempre fue una
 realidad en la iglesia del Señor Jesús en todo el mundo.
Las personas nacidas de la carne, además de causar 
problemas para sí mismas, también los causan dentro de las propias iglesias,
 dando pésimo testimonio del Señor Jesús.
Solamente Dios puede hacerlas nacer del Espíritu Santo.
 Para que eso suceda es necesario que ellas reconozcan 
primeramente que son nacidas de la carne, esto es, que poseen una
 naturaleza pecadora y consecuentemente mala.
Muchas personas participan de la iglesia y pasan a ser miembros, 
aún así, no nacieron del Espíritu Santo; continúan viviendo en la carne. 
Nacieron de la voluntad del pastor, de la atención que el pastor les prestó, de 
la amistad con los miembros de la iglesia, pero no se volvieron nuevas criaturas
Esas personas, aún participando activamente de una iglesia, mantienen
 la vieja naturaleza, solo que ahora con hábitos diferentes: entregan el
diezmo, contribuyen con ofrendas, leen la Biblia, oran, etc. Mientras
 tanto, ninguna de estas prácticas, por si mismas, le posibilitan el nuevo
 nacimiento.
A ellas les gusta la iglesia debido a la prédica, la música, las personas, 
pero si no hubiera una verdadera transformación nada de eso tiene valor.
 Pedro vio a Jesús realizar varios milagros, pero  todavía no 
había nacido de nuevo, lo que sucedió solamente después de
 la resurrección del Maestro.
Tal vez sea alguien que participó de los milagros que Dios realizó
 en nuestro medio, por ejemplo, en la IURD. Quizás usted haya
 sido curado de alguna enfermedad grave, o haya alcanzado 
muchas bendiciones, pero, posiblemente todavía no nació del Espíritu.
Lo que queremos dejar en claro es la necesidad radical de que 
la persona se transforme en una nueva criatura bajo la acción del 
poder de Dios. La persona que todavía no nació del Espíritu, continúa 
infeliz; pues a pesar de encontrarse entre los que van a heredar 
la vida eterna, están condenadas.
Por estar viviendo con ellas, creen que van a heredarla también, 
pero cuando toque la trompeta, ese engaño será desecho: los nacidos 
del Espíritu subirán para vivir eternamente con el Señor Jesús
 en los cielos, mientras que los nacidos de la carne serán excluidos 
da Su presencia. Esto puede ser visto en la parábola de las diez vírgenes,
 cuando cinco de ellas olvidaron el aceite, y al volver,
 las puertas ya estaban cerradas. Infelizmente mucha gente va a 
quedarse del lado de afuera.
Es necesaria una decisión firme por parte de los que todavía 
viven en la carne. Nacer del Espíritu Santo implica una elección
 por el Señor Jesús. Cada persona tendrá que tomarla individualmente.

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